El vino se hace, primero, en la viña. Cuidamos con mimo nuestros pequeños majuelos procurando que alcancen su mayor potencial y expresión en los vinos no solo hoy, sino también mañana y los próximos cien años.
Creemos en una viticultura sostenible, en armonía con el medio natural, respetuosa con la biodiversidad, los suelos y los acuíferos. Es por esto que tratamos de mantener los suelos vivos y sanos, fomentando la cobertura vegetal espontánea y minimizando las labores mecánicas, utilizando solo fertilizantes y tratamientos orgánicos, y aplicamos los principios de la agricultura regenerativa.
Los largos ciclos vegetativos del viñedo en altura y en secano, la brisa casi constante y los días cálidos seguidos de noches frías durante la maduración nos permiten cosechar uvas sanas, pequeñas y concentradas, con rendimientos muy modestos pero con una gran calidad y potencial.
Con estas uvas, recogidas a mano y seleccionadas cuidadosamente, elaboramos nuestros vinos con la misma filosofía de respeto por el producto y el medio, priorizando los procesos manuales y no agresivos y manteniendo al mínimo el uso de energía y de aditivos.
Entendemos la crianza como la manera de lograr el equilibrio y la excelencia en la botella, no como una mera aportación de sabores y meses, y es por esto que nuestras crianzas no se ajustan a un calendario o libro de recetas, son cada vino, cada añada, cada parcela los que marcan el ritmo.
Nuestro objetivo no es hacer vinos idénticos cada año, sino elaborar cada año el mejor vino posible conjugando los materiales, los tiempos y los ensamblajes con paciencia e intuición, dejando que el tiempo haga su labor.